Hoy tengo una relación maravillosa con mi esposa. Pero no siempre fue así.
Hubo un momento en que todo se rompió. Nos dolía más de lo que nos amábamos.
Y sí, terminé diciéndole las palabras más duras: “Ya no te amo”.
Nos separamos. Y aunque yo quería hacerme el fuerte, por dentro me sentía vacío.
Pasé noches sin dormir, con la cabeza llena de preguntas, sintiéndome perdido y culpable.

Gracias a mi esposa, entendí algo que cambió mi vida: el amor no se muere… se apaga.
Se apaga cuando hay mucho dolor guardado, cuando nos dejamos de ver tal y como somos, de cuidarnos, de tocarnos con amor.
Ahí empezó mi verdadero camino: sanar heridas viejas, soltar la culpa, el control, las exigencias.

Gracias a esa transformación, no solo recuperé mi relación, sino que descubrí mi propósito.
Hoy acompaño a mujeres y hombres a sanar desde dentro, reconectar con su esencia y recuperar el amor sin miedo.
No son teorías. Son caminos reales que sí funcionan cuando nada más parece funcionar.
Te acompaño a sanar desde dentro… para que el amor vuelva a tener vida.